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Representación del interior celular de E. coli (fuente: www.sciencephoto.com) |
A principios de 1960, los franceses Jacques Monod y Francois Jacob descubrieron que la bacteria entérica Escherichia coli, utilizaba tres genes estructurales especiales para sintetizar las proteínas para descomponer la lactosa, y que estos estos tres genes metabólicos podían ser apagados o encendidos, todos a la vez, desde un sólo punto de control. Monod y Jacob identificaron, por vez primera, una red de regulación genética (y por ello fueron galardonados con el Premio Nobel de Medicina en 1965). El tipo de red que describieron es lo que conocemos como un operón: un grupo de múltiples genes que están controlados como una sola unidad. El operón Lac (por lactosa) fue el primero de muchos que se descubrieron después, pero para finales de los 60's, quedó claro que este tipo de regulación genética no era una norma biológica. Hasta principios de la década de los 1990's, todos los operones descritos pertenecían a procariontes (hasta la fecha, se han identificado muy pocos en organismos multicelulares). ¿Por qué sucede esto? ¿Qué pudo favorecer que los operones se mantuvieran en los procariontes y por qué no están en los eucariontes? Una investigación publicada en Agosto de 2012, parece arrojar evidencias definitivas para responder esta vieja pregunta.
Oleg Lgoshin y Christian Ray, autores de la publicación, son bioingenieros computacionales, que utilizan la informática y las matemáticas para estudiar la señalización celular y otros procesos bioquímicos. Comenzaron a estudiar a los operones a finales de 2009, con el fin de determinar si su evolución pudo haber sido influenciada por la naturaleza “ruidosa” de las señalizaciones bioquímicas que regulan la transcripción genética bacteriana.