Desmitificando el aprendizaje: Un enfoque basado en la ciencia
Durante mi trayectoria docente, he sido testigo de cómo ciertos neuromitos*, ideas preconcebidas sobre el funcionamiento del cerebro y el aprendizaje, han permeado mi práctica e interpretación del progreso de mis estudiantes. Una creencia particularmente arraigada era la de los "estilos de aprendizaje" (VAK: visual, auditivo, kinestésico), que me llevaba a diseñar actividades específicas según la supuesta preferencia de cada estudiante. Por ejemplo, al explicar la estructura del DNA, me enfocaba en representaciones visuales, asumiendo que todos se beneficiarían de la misma manera. Al solicitar tareas sobre la meiosis, ofrecía opciones como historietas, observación de preparaciones al microscopio, modelos en plastilina, ensayos o representaciones teatrales, creyendo que atendía a las distintas modalidades de aprendizaje. Sin embargo, la evidencia científica, como la presentada por Kirschner (2017) y Rousseau (2024), muestran que la preferencia por un estilo no se correlaciona con una mayor eficacia en el aprendizaje. Esta revelación me ha impulsado a reevaluar mi enfoque.
En lugar de segmentar las experiencias de aprendizaje según los estilos, ahora me centro en estrategias basadas en la evidencia, como el aprendizaje activo, la recuperación de información y la elaboración. Si bien las imágenes y modelos siguen siendo cruciales en biología, mi objetivo es diversificar las actividades, integrando recursos multisensoriales que estimulen la comprensión profunda en todos los estudiantes, independientemente de sus preferencias. Por ejemplo, al abordar el tema de la regulación génica, combino representaciones visuales con debates, análisis de artículos científicos y actividades prácticas, fomentando la participación activa y la reflexión metacognitiva.
Para asegurarme de integrar la neurociencia educativa de forma responsable, quiero adoptar una postura crítica en la evaluación de la información. Consulto y les pido a mis estudiantes que sus fuentes de información sean confiables, como revistas científicas indexadas en bases de datos como Web of Science, PubMed y Scopus, priorizando la evidencia empírica y la revisión por pares. Además, analizo la consistencia de la información con el conocimiento científico establecido, considerando posibles sesgos y limitaciones de los estudios. No se trata solo de desmentir neuromitos, sino de comprender la complejidad del aprendizaje a través de una lente científica.
Un ejemplo concreto de esta transformación es el rediseño de una actividad sobre la expresión génica. En lugar de limitarme a presentaciones visuales, he desarrollado una analogía con una cocina, donde los estudiantes asumen roles como "chefs" (factores de transcripción), "ayudantes" (enhancers) y "cocineros" (ribosomas), interactuando con el ADN como un "libro de recetas". Esta dinámica multisensorial integra principios como la plasticidad cerebral, al mostrar cómo las conexiones entre los elementos se fortalecen con la práctica, y la memoria celular, al ilustrar de que forma las modificaciones epigenéticas influyen en la expresión génica a largo plazo. A través de juegos de roles, diseño de "platillos" (proteínas) y debates, los estudiantes exploran el tema de forma activa, construyendo una comprensión más profunda y significativa.
Dra. América Nitxin Castañeda Sortibrán.
Bibliografía consultada
Kirschner, P. A. (2017). Stop propagating the learning styles myth. Computers & Education, 106, 166-171.
Mustafina, R. F., Ilina, M. S., & Shcherbakova, I. A. (2020). Emotions and their effect on learning. Utopía y praxis latinoamericana: revista internacional de filosofía iberoamericana y teoría social, (7), 318-324.
Rousseau, L. (2024). Dispelling Educational Neuromyths: A Review of In‐Service Teacher Professional Development Interventions. Mind, Brain, and Education.
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