
La idea de este proyecto se basó en encontrar cuáles eran las proteínas que participaban directamente en la productividad del grano, y entre ellas, ubicar cuál era la que limitaba el proceso de la producción. En base a esto, la profesora y sus colaboradores encontraron que la enzima rubisco, presente en todas las plantas y fundamental para realizar la fotosíntesis, es muy abundante en la naturaleza, pero ineficiente. Además encontraron que la enzima rubisco estaba regulada por una proteína llamada rubisco activasa, la cual pertenece a un grupo de proteínas llamadas “chaperonas moleculares”, por su función de quitar a otra proteína todo lo que le estorba o le interfiere para hacer un trabajo eficiente. La rubisco activasa le quita a la enzima rubisco metabolitos que la inhiben. Sin ellos, ésta última puede tomar la forma adecuada que requiere para la fotosíntesis. En otras palabras, la intervención de la rubisco activasa logra que el proceso de fotosíntesis sea más eficiente.
En su investigación, la Dra. Sánchez encontró que la rubisco activasa se duplica en las plantas que han doblado su productividad, por lo que la estrategia a seguir era lograr un método eficiente para sobre-expresar la rubisco activasa y aumentar la productividad del maíz.
Actualmente, el estudio de la profesora Sánchez presenta un avance de, aproximadamente, tres cuartas partes del proyecto. La profesora busca el mejor método para sobre-expresar la enzima rubisco activasa y probar la estrategia a nivel de campo, ya que, aunque sus resultados son positivos, solo se han realizado en el invernadero.
En 2011, la investigadora universitaria y sus colegas probarán los maíces sobre-expresados en el campo nacional.
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Foto tomada de: Boletín UNAM-DGCS-330
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